martes, 15 de noviembre de 2011

10 cm

Llegó el momento. Una especie de .. no sé como llamarlo, "momento especial" en la vida de una chiquilla, cuando hay un antes y un después, algo así como la llegada de la regla, o cuando se "entrega la florsh". Se trata de algo que me ha costado mucho asumir, y que a mis 19 años debería tener ya dominada la teoría y la práctica. La noche pasada me saqué mis cómodas Vans para subirme a un maldito invento confeccionado por unas hijas de puta (que seguramente tenían el porte de un plankton) para vernos más altas, como si no nos bastara con tener que condenarnos a la depilación, ahora nos tenemos que hacer cagar los pies con juanetes. Bueno, gracias a la insistencia de mi amiga Francisca Ignacia, debo admitir que la experiencia desde una perspectiva de 10 cm adicional, es completamente diferente a la que estaba acostumbrada a mi altura real.

Me puse unos botines con taco cafés, ideales para la ropa que había elegido. El motivo: un carrete taquilla de una marca de vodka. Me negué a muerte, no me iba a subir a esas cosas, ya que la última vez que usé zapatos de señorita fue para mi fiesta de graduación, los cuales tuvieron sus 10 minutos de fama, para luego ser reemplazados por zapatillas. Sin embargo esta vez todo cambio:

Se me veían unas piernas más largas y estilizadas que las de Julia Roberts en "Pretty Woman",  la espalda tomó su postura correcta, la ropa extrañamente lucía mejor y el caminar obviamente era diferente, ya no arrastraba los pies.. oh pobres pies. Lo admito, para NUNCA usar tacos, no parecía que estaba quebrando huevos, al contrario, tengo talento pa la hueaita.
Me eché unos añitos encima, bueno, ya era hora, no es agradable parecer de 16 todo el tiempo, ni tampoco que te pidan el carné para comprar cigarros, o que te ofrezcan certificado para el colegio cuando vas al doctor, en fin, cosas que te humillan.

Medir 1.70 me cayó buena onda, osea, para qué poner a describir todos los beneficios que me ocurrieron, así que prefiero recomendarlos, aunque el dolor de pies fue horrible, después de 6 horas con las maldiciones todavía tengo mis patitas resentidas. Me hubieran grabado haciendo el show en la calle por no querer caminar más, tanto así que me tuvieron que llevar al "apa" hasta el auto, algo de lo cual no me tengo que sentir orgullosa de contar.

Sin embargo creo que usar zapatos con taco es como usar lentes de contactos verdes, respingador de nariz, extensiones de pelo, uñas postizas, pestañas postizas, botox, etc, algo poco natural. Pucha que me veía "mina", pero no es mi onda, prefiero mis zapatillas y los polerones holgados que la Fran odia. Después de una jornada llena de cosas divertidas, se fueron notando las consecuencias: el maquillaje corrido, las pantys rotas, el pelo con olor a vodka naranja, la garganta seca y el tufo a cigarro, y es ahí en donde desié con todo el corazón haberme puesto la Vans rotas, una cosa es verte horrible y la otra es verte caminando como una idiota. Lo admito: Hola, me gusta parecer de 16 años.


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